La Real Academia de Historia

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Eme
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La Real Academia de Historia

Mensaje por Eme »

La Real Academia de Historia

J.M. Iñurritegui

El inicio de la historia de la Academia de la Historia se inicia en 1735, que es cuando se comienza a reunir en casa del letrado del Consejo de Castilla Julián Hermosilla una tertulia variopinta, con siete contertulios: Alonso de Castilla Conde de Torrepalma y poeta, Agustín Montiano ( en la imagen), historiador también interesado por la poesía, Manuel Roda, Juan Bautista Rada. Todos ellos inician sus debates y actuaciones consagrando su atención a las letras y ciencias, sin una adscripción de materia determinada.

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Agustín Montiano

En ese mismo año de 1735, ante la bonanza de las disputas y la profundidad de las mismas deciden constituirse como institución. Se dieron un primer nombre, “Academia Universal” y se dotaron de una especie de estatutos, un presidente, un secretario, un celador y dos tipos de miembros, numerarios, con derecho a voz y voto en las asambleas, y los supranumerarios, que carecían de derechos de participación activa en la Academia y eran meros oyentes. En ese mismo año de 1735 y dada la profundidad de las conversaciones, los miembros se dan cuenta de la carencia de una historia de la nación, esencial para las letras hispanas, escrita de acuerdo con los cánones que entonces se entendían como válidos, una historia crítica de España. Poco a poco trasvasan sus inquietudes más generales desde las ciencias y las letras para consagrar sus estudios y conversaciones a una Historia de España, apuntando a que todo el ciclo historiográfico previo habría que desecharlo por inoperantes, al estar plagado de falsedades, datos erróneos, y sobre todo por una manipulación política que había distorsionado la visión histórica del sujeto nacional. Poco después la Academia Universal, apoyada por el poderosísimo Blas Nassarre se traslada a la Biblioteca Nacional, que es en donde empieza a madurar la idea de la redacción de un Diccionario Histórico-Crítico de España.

Con esas dos premisas, la redacción de un Diccionario Histórico-Crítico y con esa primera aproximación a lo que podría ser el centro neurálgico de la Monarquía, es cuando se eleva la solicitud a V Felipe V para que esa Academia pase a denominarse Real Academia de la Historia, abandonando su denominación primera de Academia Universal. En abril y junio de 1738 es cuando se promulgan los dos primeros decretos fundacionales de la Academia, aunque no debemos de dejar de tener en cuenta su origen como una tertulia privada con inquietudes diversas.

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Decreto de fundación de la Academia

El Diccionario Histórico-Crítico fue anterior a la propia fundación de la Academia y el hilo conductor de sus trabajos y actividades. El Diccionario es un fiel reflejo de la historia de la Academia, para lo bueno y para lo malo. Los fundadores de la Academia murieron todos sin ver el fruto de su empeño. No se publica su primer volumen hasta 1802 por un cruce de cuestiones que hacían sumamente problemática su redacción. La Academia había confiado en una manera de trabajo corporativa, basándose en voces seleccionadas para reconstruir la Historia de España (Orígenes d elos Reyes Godos, Orígenes de la Monarquía, la Geografía sagrada). Se encargaba a alguna de esas voces la redacción de los correspondientes capítulos. Ese académico redactaba un trabajo que se debatía con otros académicos en la sede. Eso generaba un doble problema:

-La falta de fuentes a las que aferrarse y vincular un proyecto de una Historia Crítica como la que se pretendía.
-La determinación propia de la función que correspondía a la Historia en el modo de comprensión y constitución de la Historia de la Nación (toma ya). Existía un debate sobre hasta qué punto el conocimiento de la Historia era algo indispensable para que la nación tuviera sus señas de identidad fijas y claras.

Todo ello llevó a grandes debates como los de Vega y Luzán sobre los orígenes de los reyes godos, con debates que tardaron años en dar sus frutos. Ello no impidió que la Academia fuera diversificando sus inquietudes y sobre todo incorporando nuevos métodos de trabajo, como a mediados del siglo XVIII una Historia de América, que empieza entenderse también como una parte fundamental para la comprensión de ese pasado nacional. También se inician los Gabinetes de Antigüedades, los viajes literarios, buscando una serie de cuestiones desde colecciones epigráficas, numismáticas, documentos, con los que se crea una sólida base documental a partir de la cual hacer la reconstrucción del sujeto histórico nacional.

La academia nos remite a un momento histórico muy interesante de nuestra historia cultural. En esta época se fundan muchas Academias (1714 Real Academia de la Lengua, 1734 Real Academia de Medicina, Academia de Bellas Artes, 1751 Academia de Bellas Artes de Sevilla…). Tradicionalmente se veía como un rasgo específico de la política cultural de los Borbones. Hoy en día, aún reconociéndose la cesura de 1700, no puede interpretarse el surgimiento de estas academias como producto de una inspiración exclusivamente monárquica, sobre todo en dos sentidos:

-La propia Academia de la Historia refleja la existencia de una iniciativa privada, de eruditos que entendían que únicamente quienes manejaban las estructuras de poder estaban dispuestos a poner las letras en los cimientos de la Nación. Entonces iniciaron así la búsqueda de patronos poderosos que proporcionasen los medios necesarios y suficientes para que sus propuestas tuvieran la suficiente repercusión social. La Corona por tanto ser el impulsor de estas iniciativas para convertirse en el referente al cual se dirigen estas iniciativas para la regeneración cultural de la Nación, en búsqueda de una solidez y de un respaldo político para estas iniciativas.
-La segunda línea proviene de la visión, estereotipada entonces, del siglo XVIII como un páramo literario en el cual no existía una vocación académica. Y es cierto que en el XVII tambén había unas academias, que resultaron ser las Juntas Literarias, luego Juntas Poéticas, dedicadas a conmemorar determinados acontecimientos o determinados personajes. Pero en los últimos momentos del siglo XVII si existía ya una preocupación por lo atajar lo que se empezaba a percibir como un atraso cultural de la nación. Y se empieza a percibir la necesidad de operar en esos términos al margen de instituciones tradicionales como podían ser las Universidades, y solicitando el respaldo explícito de la Corona, generándose lo que podríamos definir como las “Academias de los Novatores”, germen de las futuras Academias del siglo XVIII. Ya existían unos precedentes y unas inquietudes previas.

En relación con el concepto de Modernidad, podemos decir que éste concepto es el gran debate de estos tiempos tanto en España como en Europa, y algo indisociable no sólo de la fundación de las Academias, sino del todo el debate entre finales del siglo XVII y finales del siglo XVIII. Se modela entonces la conciencia de un cierto atraso cultural con respecto a Europa y una cierta insolvencia en los ámbitos literarios e incluso filológicos y se empieza el debate sobre las causas que lo habían originado y sobre todo como se podía superar dichos problemas de atraso cultural. En estas instancias entrarían el papel de las Academias como institución. Pero el gran debate se daba entre los que apostaban, para avanzar hacia la Modernidad, en seguir estos modelos europeos, frente a aquellos otros que consideraban que la cultura propia era el fermento indispensable a partir del cual se podrían afrontar proyectos del presente y del futuro sin necesidad de buscar referentes ajenos. En esta posición se incluían aquellos que entendían que lo hispano ya habría sido lo suficientemente moderno antes de que la querella entre los antiguos y los modernos surgiera en los ámbitos culturales europeos y terminara afirmando la superioridad de los modelos culturales franceses frente a los antiguos. Posiblemente ambos tuvieran parte de razón, pero la polémica acabo basculando más hacia las posiciones que defendían la modernidad de los modelos europeos que en la apreciación de esa cultura propia que muchas veces aquellas personas que las defendían la comparaban con el Ave Fénix que volviera a renacer para poner los cimientos culturales de la Nación,

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Bibliografía

Eva Velasco. La Real Academia de la Historia en el siglo XVII, una institución de sociabilidad. Centro de Estudios Constitucionales de Madrid, 2000
Jesús Pérez Magallón. Construyendo la Modernidad. La cultura española en el tiempo de los Novatores.
Rogelio Villar (Ed.) El Mundo de las Academias. Real Academia de las Bellas Letras Sevillanas. 2003.
"Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Marquesa de Sevigné.
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marducki
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Re: La Real Academia de Historia

Mensaje por marducki »

gracias :smt058
Elemental querido Watson...
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Yaiza
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Re: La Real Academia de Historia

Mensaje por Yaiza »

Muy interesante, gracias.
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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