La política exterior de Felipe V

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La política exterior de Felipe V

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07/04/2001 "HISTORIA MODERNA", CURSO MONOGRÁFICO: FELIPE V Y SU TIEMPO: La política exterior de Felipe V
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Continuamos en el tiempo de revista de Geografía e Historia. Nos acompaña la profesora de la UNED doña Josefina Castilla Soto, para hablarnos de la política exterior de Felipe V, último tema del curso monográfico de Historia Moderna Felipe V y su tiempo. Buenas tardes.
Buenas tardes.
En este breve espacio del que disponemos vamos a tratar de exponer de la forma más clara posible lo que fue la política exterior española del primer Borbón, Felipe V. Bien, la muerte de Carlos II provocó de inmediato la guerra entre las potencias europeas para que la ejecución del testamento del último Habsburgo español beneficiase a sus respectivos intereses. Los principales protagonistas de esta lucha fueron los Borbones franceses, enemigos tradicionales de España a lo largo de los siglos XVI y XVII, y los Habsburgo austriacos que no se resignaban a la pérdida del dominio ejercido por su Casa sobre tan extensos territorios. Luis XIV, abuelo del nuevo rey proclamado en España, Felipe V, quería tanto defender los derechos de su nieto, como conseguir beneficios comerciales e influencia en América. Inglaterra, por su parte, en su deseo de impedir que hubiese una gran potencia continental hegemónica, optó por hacer la guerra a su enemigo natural que consideraba más fuerte, es decir, Francia.

Durante este periodo se sucedieron dos claves constantes:
• por una parte la presencia británica que buscaba controlar las principales vías de comunicación marítima, y amenazaba al imperio colonial americano de España,
• y por otra, las relaciones con Francia,a través de los Pactos de Familia, traducidos en una ambigua política que pasaba por períodos de fuerte dependencia, o bien intentaba desarrollar una política distinta de los intereses galos. Esto último permitió abrir relaciones diplomáticas con los estados centrales de Europa.

Una vez terminada la guerra de sucesión en España, Felipe V se fijó dos metas inmediatas:
• La reconstrucción interior
• y la revisión del Tratado de Utrecht.

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Efectivamente, el monarca nunca aceptó las resoluciones que por el Tratado de Utrecht le impusieron a la fuerza, y durante su reinado, su política exterior se dirigió fundamentalmente a conseguir una revisión de dicho tratado. Más aún después de su segundo matrimonio con Isabel de Farnesio (mujer muy tenaz) y de la política de Alberoni, sobre todo dirigida a Italia, dónde la reina quería colocar a sus hijos, pues la corona de España era para los hijos del primer matrimonio de Felipe V.
En Utrecht, España perdió el Milanesado, Cerdeña y Nápoles, que pasaban a Austria; mientras Sicilia pasaba a manos de la casa de Saboya- Piamonte. Además no le eran devueltas Gibraltar y Menorca. Pero lo peor de todo es que Gran Bretaña se apoderó del Mediterráneo. Portugal firmó en Metuel un acuerdo con éstos para la utilización del puerto de Lisboa. Gibraltar tenía una privilegiada situación militar entre el Mediterráneo y el Atlántico. Menorca era importante en las rutas entre el Mediodía francés, el Levante español e Italia. Y Sicilia controlaba el paso de Italia a África y del Mediterráneo oriental al occidental, y a Gran Bretaña se le autorizaba a usar sus puertos. En definitiva, el poderío español en ese mar se había hundido.

Los derechos sucesorios de Isabel de Farnesio al trono ducal de Parma fue uno de los motivos de su elección para reina de España por Felipe V y Luis XIV, pues era una forma que tenía el primero de volver a poner su pie en Italia y contrarrestar el poderío británico. Además, del secreto de los Farnesios, sentar Isabel a uno de sus hijos en el trono real de las Dos Sicilias, y al otro en los ducados de Parma, Plasencia y Wastala. Estas fueron las cartas de presentación de Alberoni a Felipe V. Así, los planes de Alberoni, a caballo entre el irredentismo mediterráneo de la corte borbónica, lo secretos designios de los Farnesios y la ambición maternal de la reina, sin olvidar el odio que el confesor de Isabel tenía a los austriacos, a los que quería expulsar de Italia, incluían apoderarse de Cerdeña, Sicilia y Nápoles por este orden para llevar España a Italia.

Sin embargo, las potencias europeas no permanecieron impasibles, y la triple alianza formada por Gran Bretaña, Francia y Holanda ante los movimientos de reforzamiento del poderío español por Alberoni, se unió a Austria formándose la cuádruple alianza, aunque tardaría todavía un año en constituirse. No obstante, una potentísima escuadra española organizada por Patiño partió de Barcelona y marchó sobre Sicilia, alegando que ésta iba a ser entregada al emperador recuperándola en menos de un mes. La cuádruple alianza conminó a Felipe V a aceptar sus condiciones: devolver Cerdeña al imperio, Carlos VI a su vez renunciaba a la Corona española, se autorizaba a éste el cambio de Cerdeña por Sicilia, y se estipulaba el derecho de sucesión de don Carlos, primer hijo de Isabel de Farnesio a los estados de Parma y Toscana. Mientras tanto, la escuadra británica, sin previa declaración de guerra derrotó a la española en cabo Passaro. La cuádruple alianza declaró la guerra a España, pero ni Felipe V ni Alberoni estaban dispuestos a aceptar las condiciones de aquellos, e incluso Alberoni llegó a concebir un plan rocambolesco contra los británicos complicando a Rusia y Suecia, llegando incluso a formar una escuadra en la Coruña para desembarcar en Escocia. Contra Francia también lo intentó, pero el desastre de aquella escuadra, la invasión del norte de la Península por los franceses y el desembarco de los británicos en Santoña, hicieron que España se adhiera a la cuádruple alianza. Ahora Gran Bretaña, Francia, Cerdeña y España, que en acuerdos firmados en la Haya, el 2 de abril de 1720, aceptó sus condiciones. La condición sine quanum, no obstante, era que Alberoni dejara su puesto como primer ministro, lo que sucedió el 5 de julio de 1719. Pero la política de Alberoni sobrevivió a su caída, de forma sorprendente e inesperada Felipe V abdicaba en su hijo Luis I alegando razones de tipo religioso, pero éste falleció siete meses después y Felipe tuvo que volver.
La política negativa de Gran Bretaña y Francia hacia España, hizo que ésta se saliera de la cuádruple alianza, e iniciara intentos con el embajador inglés para recuperar Gibraltar, ya que Felipe V consideraba a la plaza una puerta en el corazón de sus dominios y una espina en el costado que no le dejaba descansar hasta verse libre de ella. España había puesto cerco a Gibraltar en enero de 1727 con la excusa de las acciones hostiles de los británicos a las costas peninsulares. El abandono de Austria y la aparición en la zona de las escuadras británicas obligaron a Felipe V a firmar la paz de París con Gran Bretaña, a quien fueron concedidos todos los privilegios comerciales. En la paz de Sevilla, firmada más tarde, el 8 de noviembre de 1729, parece que Gran Bretaña, en el capítulo reservado, se comprometía a la restitución de Gibraltar y Menorca en el plazo de seis años.

La muerte del rey de Polonia sin sucesión despertó las ambiciones de las otras potencias. Francia quería imponer en el trono a Estanislao Leszczynski, suegro de Luis XV, frente a Inglaterra y Austria que optaron por el príncipe elector de Sajonia. Los Borbones firmaron el primer Pacto de Familia en noviembre de 1733 en El Escorial. Sería un tratado secreto, permanente, perpetuo e irrevocable. Luis XV reconocía los derechos de España sobre los ducados italianos e iniciaba la conquista de las Dos Sicilias. Felipe V reafirmó los derechos de Estanislao Leszczynski sobre Polonia, y entró directamente en guerra contra Austria en territorio italiano. Tomó Nápoles y Sicilia en1734, además existía una cláusula secreta en torno a la cuestión de Gibraltar. Esta fue una de las dimensiones más importantes de los Pactos de Familia. Es decir, el aislamiento de Inglaterra en el concierto europeo que permitía a España en teoría maniobrar con más seguridad en las Indias occidentales. Este objetivo no fue conseguido plenamente durante el tiempo que se mantuvieron los pactos entre Borbones. En el contexto de la guerra de sucesión polaca, Francia inició una aproximación a Austria en los preliminares de paz de Viena, firmando la paz definitiva en 1738, sin contar con España ni con Saboya para los acuerdos finales. Por primera vez Francia no cumplía lo establecido por el Pacto de Familia que vinculaba a ambas casas borbónicas. Se paralizaron las operaciones bélicas, a Estanislao Leszczynski no se le reconoció como rey de Polonia, y se le cedía la Lorena; a cambio, Francisco de Lorena recibía Florencia y la Toscana occidental. Carlos de Borbón era reconocido como rey de las Dos Sicilias. El tratado de Viena cerraba el primer Pacto de Familia con una mezcla de éxito y decepción. Se consiguió meter a Nápoles y a Sicilia en la órbita española, pero hubo que renunciar al ducado de Toscana. Si gracias a Patiño se navegó bien entre las aficiones de Francia e Inglaterra, al final el ministro español fue vencido por Flery y no consiguió solucionar la amenaza comercial británica.

El que se conoce como segundo Pacto de Familia, se produjo a la muerte del emperador Carlos VI, y la consiguiente guerra de Sucesión de Austria. Según la Pragmática Sanción, ordenada por el emperador difunto, la corona imperial la heredaba su hija María Teresa, la cual estaba casada con el duque de Toscana y exduque de Lorena. España apoyaba al suegro de don Carlos de Borbón, el elector de Sajonia; y Francia, por su parte, al elector de Baviera. Vista la situación la guerra estaba servida. María Teresa buscó la ayuda de Gran Bretaña y su aliada la casa de Saboya, creando una alianza antiborbónica con el tratado de Worrns. Dadas las circunstancias, Francia y España, estrecharon sus relaciones, dando lugar a ese nuevo pacto de familia, firmado en Fontaienebleau, el 25 de octubre de 1743. Nuevamente, Francia solicitaba la ayuda de España, y prometía la suya para colocar al infante Felipe de Borbón en los ducados de Milán, Plasencia y Parma, así como la confirmación de don Carlos como rey de las Dos Sicilias, además de colaborar para la recuperación de Menorca y Gibraltar.

Antes de iniciar las actividades bélicas, España firmó unos tratados de comercio y amistad con objeto de proteger aquellas bandas con Polonia y Dinamarca. Cuestión esta última muy difícil por los continuos roces diplomáticos. En 1745, los ejércitos Borbones lograron conquistar Milán, con lo que parecía culminar la política de restauración española en Italia a través de la entronización de los dos infantes de Borbón-Farnesio, pero una reacción austriaca con la batalla de Piacenza, en 1746, favorable a éstos, expulsó definitivamente a los españoles de Lombardía. Una vez más el enfrentamiento de los dos bloques terminó con la firma de una serie de acuerdos entre Francia y las otras potencias, sobre todo con el reparto de Italia, dejando a España fuera de ellos y aplicándole la política de hechos consumados.

La muerte de Felipe V el 9 de julio de 1746, impuso los criterios de paz e Isabel salió del escenario político. Con Fernando VI se llevaron a cabo las conversaciones de paz, que se materializaron en el tratado de Aquisgrán de 1748. Por esta paz los ducados italianos se otorgaban al infante don Felipe, Carlos mantenía Nápoles, pero en el caso de convertirse en rey de España, abandonaría los derechos sobre Nápoles, que pasarían al infante don Felipe, dejando los ducados italianos a Austria y Cerdeña respectivamente.

Los aspectos relacionados directamente con Inglaterra no se trataron en los términos acordados por el segundo Pacto de Familia. Aquisgrán supuso una paz quebradiza, al poseer la extraña virtud de haber sido firmada a disgusto de todos. España se presentaba recelosa de Francia, y el esperado aislamiento de Inglaterra no se produjo al mantener su alianza con Austria.

Llegados a este punto sería interesante realizar unas breves reflexiones sobre el establecimiento de los Borbones en Italia. Tradicionalmente se le ha achacado a Isabel de Farnesio y su política maternal con el secreto farnesino para colocar a sus dos hijos a la cabeza de los estados italianos el motivo de la política exterior llevada a cabo en el Mediterráneo por Felipe V. Efectivamente, todo esto no se puede negar, pero no fue únicamente Isabel la causante de la política española en Italia, y lo que trajo consigo, guerras y enfrentamientos principalmente con Austria como ya hemos tratado. Felipe V a pesar de sus altibajos psíquicos fue rey de España, muy preocupado por reinar en el país de sus antepasados como lo demuestra su política exterior: ruptura de relaciones con Portugal y asedio a la colonia de Sacramento, conquista de Orán, batallas diplomáticas y navales con Gran Bretaña por las usurpaciones en América de posesiones españolas, sitios de Gibraltar y proyectos contra Menorca, y las mismas campañas de Italia avalan esta tesis. No obstante, tampoco podemos olvidar ciertos atisbos de atlantización en la política española del reinado de Felipe V, siendo el episodio más significativo el de la guerra de la Oreja.

La paz de Utrecht, contribuyó a sentar las bases económicas, comerciales, políticas y estratégicas de Inglaterra en el continente americano y europeo: el navío de permiso, el derecho de asiento, la explotación de la madera en las costas de América central, se convirtieron en puntales de la política inglesa en este continente, apoyando la actividad de la compañía de los mares del sur. Por otro lado, las colonias orientales de América del Norte, habían adquirido una gran fuerza político-económica frente a la metrópoli. En este área geográfica tres grandes imperios coloniales se repartían su influencia: el inglés, el francés y el español. Una coincidencia de intereses unía a los dos últimos frente al primero, cuyo ingente poderío naval apenas acertaban a contrapesar. Esta confluencia de intereses se tradujo en los Pactos de Familia que ya hemos estudiado en su dimensión europea, pero además, tenían una dimensión atlántica fundamental. Los dos estados borbónicos defendían sus intereses coloniales frente a la amenaza inglesa. Los franceses perdieron pronto su imperio en el norte de América, pero por motivos de prestigio, revanchismo, comerciales, etc., se unieron a España, que aún conservaba un importante imperio a lo largo del continente americano. España se vio atacada en sus bases sociales y económicas por Inglaterra, con un poder naval evidente, lo que hacía difícil del control de todas las costas del Atlántico y del Pacífico. La aptitud de los Borbones españoles en este sentido evolucionó a lo largo del siglo XVIII. Con Felipe V el sentido europeísta triunfó a través del revanchismo que iba a marcar toda la primera etapa de su gobierno. En los últimos años de su reinado destacó su preocupación por el mundo atlántico, quedando definida a través de la neutralidad propugnada por su sucesor, Fernando VI. Fue en el reinado de Carlos III, donde la dimensión americanista se convirtió en una opción clara de la política exterior española.
Los intentos de aproximarse a la órbita inglesa habían fracasado sucesivamente, a la altura de los años 20, Patiño había intentado buscar un equilibrio entre las dos grandes potencias europeas, pero los sucesivos enfrentamientos que tenían como punto de discusión el asiento o el navío de permiso, y sobre todo Gibraltar, terminaron por girar la política española hacia la opción de Francia.

Paralela a la guerra de sucesión polaca en Europa, la tensión entre España e Inglaterra alcanzó cotas elevadas en el ámbito americano. Holanda e Inglaterra habían sido desplazadas del continente europeo como potencias terrestres, la segunda estaba, además, ofendida por la política férrea de vigilancia que España llevaba a cabo sobre los barcos ingleses para evitar el contrabando, surgiendo también problemas fronterizos entre los colonos de Carolina del sur y la Florida española. Dentro de las respectivas metrópolis había una aptitud beligerante por parte de diversos grupos de opinión. Un incidente conocido como la “oreja de Jenkins”, desencadenó forcejeos entre ambos a partir de 1738, de fondo una cuestión económica relacionada con el navío y el asiento el inglés. En la convención del Pardo de 1739 se buscó un acuerdo que acabara con el enfrentamiento. Felipe v se comprometía a pagar las 95000 libras que debía por diferentes indemnizaciones, pero con la condición de que la compañía de los Mares del Sur entregase a la Corona las 68000 libras pendientes. Ésta se negó a pagar, triunfando la opción belicista, Inglaterra declaró la guerra a España el 3 de noviembre de 1739. Fue una guerra sin intensidad, aunque en el sentido diplomático se desarrolló una ofensiva contra Inglaterra que se convirtió en un verdadero cerco para la corte de Londres. Este cerco fue efectivo para la defensa de los territorios indianos, con una acción combinada que abarcaba diplomacia y estrategia militar y económica. La acción era positiva para España, excepto en Portobelo, preparándose una ofensiva conjunta contra la metrópoli inglesa. Pero en estas circunstancias murió sin sucesión el monarca austriaco, desencadenándose la guerra de la Pragmática, que atrajo la atención de todas las cortes europeas. La guerra hispanobritánica se diluyó lentamente en el ámbito internacional. La dimensión americanista cobró importancia a partir de la paz de Aquisgrán en 1748, cuando el control de Italia permitió lanzarse hacia el imperio colonial atlántico como una de las bases principales de la economía española.
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Eme
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Re: La política exterior de Felipe V

Mensaje por Eme »

Muchas gracias Avatar :D :smt023
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marducki
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Re: La política exterior de Felipe V

Mensaje por marducki »

gracias... me lo llevo :wink:
Elemental querido Watson...
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Yaiza
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Re: La política exterior de Felipe V

Mensaje por Yaiza »

Gracias avatar.
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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