La oposición a la dictadura de Primo de Rive

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Yaiza
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La oposición a la dictadura de Primo de Rive

Mensaje por Yaiza »

La oposición a la Dictadura de Primo de Rivera


En los primeros años de la Dictadura, hasta 1926

- Anarquistas

Además de limpiar la administración y acabar con el caciquismo, la Dictadura nacía con el propósito de sofocar el terrorismo y recuperar la seguridad en las calles. Este grave problema de orden público halló solución con sorprendente rapidez. El número de atentados descendió de 819, en 1923, a sólo 18 en el año siguiente. Ello se debió en parte a las contundentes medidas represivas de los generales Martínez Anido y Arlegui, nombrados ministro del Interior y director general de Seguridad respectivamente, pero también, en gran medida, a la profunda crisis de la CNT, que en el momento del golpe de estado, tras años de duras querellas internas, se hallaba prácticamente descompuesta. Cuando finalmente la CNT fue disuelta, muchos de sus afiliados prefirieron pasarse a las filas de los Sindicatos Libres en busca de representación sindical. El PCE en constante estado de quiebra en los años previos al golpe, fue también obligado a la clandestinidad.

- Nacionalistas radicales catalanes y vascos.

Primo de Rivera adoptó nada más llegar al poder una política represiva de toda manifestación nacionalista, en consonancia con el principio de unidad de la patria tan característico de la ideología castrense. El Estatuto Provincial promulgado en 1925, aunque al igual que el Estatuto Municipal no llegó en realidad a aplicarse, era producto de una visión totalmente defensiva respecto a los movimientos nacionalistas. Pocos días después del golpe quedó prohibido el uso del catalán en actos públicos, restringido únicamente al ámbito de “la intimidad del hogar”, y se prohibió asimismo otra bandera distinta de la nacional. Ni centros de encuentro, ni reuniones, ni manifestaciones culturales, ni siquiera instituciones folclóricas –orfeones- serían permitidos. La discrecionalidad y arbitrariedad con que se sancionó a todos aquellos que contravenían estas normas abrió desde muy pronto en Cataluña un abismo entre la sociedad y la Dictadura. El catalanismo conservador, que había recibido muy favorablemente al nuevo gobernante confiando en su espíritu regionalista, sufrió una profunda decepción y se vio abocado a una actitud de creciente oposición, aunque pacífica, al régimen. Por su parte, el nacionalismo radical optó por la vía de la insurrección separatista.

En noviembre de 1924, un grupo armado supuestamente compuesto por anarquistas y separatistas catalanes exiliados en Francia atravesó la frontera, y en Vera de Bidasoa, se produjo una escaramuza con algunos muertos. El gobierno inculpó a Soriano, Ortega y Gasset, Blasco y Unamuno como inspiradores aunque no parecen haber tenido nada que ver en aquellos oscuros sucesos. Por su parte, el ex coronel Macià, que había fundado la organización armada Estat Català, proyectó desde el exilio una insurrección independentista con la colaboración de grupos anarquistas que se plasmó en la fallida intentona de invasión del territorio catalán en Prats de Molló, en noviembre de 1926. Estas intentonas, con pocas posibilidades de resultar peligrosas para el régimen, no parecieron preocupar en exceso al dictador. Es posible que la propia Dictadura tramase o conociese de antemano algunas de ellas y las aprovechase para proceder a la represión indiscriminada de sus adversarios.

- Algunos viejos políticos dinásticos:

Más serias y coordinadas resultaron estas iniciativas insurreccionales, dos meses después del golpe, Melquíades Álvarez y Romanones, presidentes del Congreso y del Senado respectivamente, visitaron al rey para recordarle su obligación de convocar las Cortes. Alfonso XIII se limitó a darse por enterado, mientras el Directorio destituía a ambos presidentes, que jamás perdonaron al rey lo que consideraron una traición. Al asociarse y apoyar de forma decidida y clara el nuevo régimen, la suerte del monarca quedo unida a él. Y se ahondaba el abismo que le separaba de sus antiguos ministros, resentidos con quien no hacía nada por defenderlos de las acusaciones que se vertían contra ellos. Particularmente duros fueron los ataques de la Dictadura contra Santiago Alba, objeto de una verdadera persecución. Él como otros muchos líderes de los viejos partidos, no tuvieron al principio del nuevo régimen un sentimiento antimonárquico, pero, al sentirse maltratados y traicionados por el rey, fueron evolucionando hacia el antialfonsinismo y el recurso a la conspiración como medio de desalojar del poder al dictador.

- Sectores del ejército:

Los políticos dinásticos necesitaban el apoyo militar para poder conspirar con garantías de éxito, y lo obtuvieron. Desde su acceso al poder, Primo había tratado de frenar la división en el seno del ejército, con acciones como la concesión de una amnistía que afectó al antiguo alto comisario, general Berenguer, pero no había podido evitar que el malestar en los medios castrenses fuera en aumento. A ello contribuyó la difícil situación militar que durante los dos primeros años del régimen se vivió en Marruecos, y que hizo a muchos presagiar un nuevo desastre, pero el descontento se debió sobre todo a la política de nombramientos militares para ocupar cargos públicos. Los enfrentamientos de carácter político –por ejemplo, entre los gobernadores civiles y delegados gubernativos- fueron frecuentes, pero aún lo fueron más las rencillas entre los militares que se dedicaron hacer política y los que, por el contrario, permanecieron en tareas exclusivamente castrenses. El hecho de que, por razón del cargo político, un militar tuviera que obedecer y ponerse a las órdenes de otro de menor graduación, circunstancia que se dio constantemente durante la Dictadura, fue fuente de continuos roces y enajenó a muchos militares del régimen.

La primera intentona para poner fin al régimen de excepción y volver a la normalidad constitucional mediante un pronunciamiento cívico-militar pacífico estuvo encabezada por Romanones y Melquíades Álvarez, presidentes de las Cámaras clausuradas, que lograron atraer a los generales Aguilera y Weyler. Esta acción, a la que se sumaron republicanos y cenetistas, se conoció como “la sanjuanada”, ya que tuvo lugar en la noche de San Juan, el 24 de junio de 1926. En realidad, no pasó de ser un conato que no hizo peligrar en absoluto al régimen. El dictador, poco impresionado por unos enemigos que consideraba poco temibles, impuso multas a los sublevados y algunas modestas penas de cárcel. La relativa moderación de la represión contribuyó a generalizar en aquellos años la actividad conspirativa y clandestina recuperándose así una vieja costumbre –la conspiración insurreccional- cuya eliminación había sido precisamente un gran logro del canovismo.

Desde 1926 hasta 1928

- El cuerpo de Artilleros y de otros cuerpos facultativos del Ejército

Cometió errores como la forma en que llevó a cabo la necesaria reforma del ejército. Lo que acometió fue tan sólo una reorganización superficial y parcial, que no iba al núcleo del problema –el gigantesco excedente de oficiales- y que, en cambio, le granjeó la enemistad y el resentimiento de los cuerpos facultativos, y en concreto del cuerpo de Artilleros, que se opuso rotundamente a aceptar la abolición de la escala cerrada, esto es, del tradicional sistema de ascensos por estricta antigüedad, que era uno de sus signos de identidad. El dictador, cuyo propósito era establecer una norma general de ascenso para todo el ejército, adoptó una postura de firmeza ante los incidentes provocados por los artilleros, en septiembre de 1926, que culminó en su decisión de disolver el cuerpo. Aunque al cabo de unos meses se llegó a un pacto, el conflicto artillero se cerraba en falso y acabaría estallando de nuevo.

- Viejos políticos (liberales, republicanos y reformistas)Formación de la Alianza Republicana (1926)

La mayoría acabaron adoptando una postura de oposición frontal al régimen cuando quedó claro, con el proceso constituyente abierto en 1927, que se iba a una ruptura definitiva con la tradición liberal del Estado Alfonsino. Fue el líder conservador Sánchez Guerra quien, desde su exilio voluntario en París, dirigió a este sector defensor del régimen parlamentario y abiertamente antiprimorriverista. Extinguidos los dos grandes partidos de la Restauración tras un largo proceso de descomposición, Sánchez Guerra no actuaba ya como jefe del conservadurismo sino como cabeza de una plataforma “constitucionalista” que consiguió atraer a viejos liberales, republicanos y reformistas, mucho más que a sus antiguos correligionarios. En efecto, su proyecto insurreccional, que pretendía la convocatoria de unas Cortes constituyentes para llevar a cabo una reforma política democrática, contó con el apoyo de un amplio espectro de fuerzas, incluidos los republicanos que habían adoptado desde 1926, con la formación de la Alianza Republicana, una actitud de firme resistencia frente a la Dictadura. La intentona, fallida una vez más, se materializó en el levantamiento de Sánchez Guerra en Valencia y la Sublevación de los Artilleros de Ciudad Real, en enero de 1929. Al septuagenario Sánchez Guerra le absolvió un tribunal militar poco después.

- El mundo intelectual, periodístico y estudiantil

Este movimiento fue en aumento. Al comienzo del régimen, sólo una minoría de los intelectuales, entre los que destacaron Miguel de Unamuno y Antonio Machado, o, en la generación más joven, Ramón Pére de Ayala y Manuel Azaña, se mostró radicalmente crítica. La mayoría lo recibieron con una actitud de expectativa benévola, como la propia sociedad española. A Unamuno y al periodista republicano Rodrigo Soriano su oposición les costó ser deportados en 1924 a la isla de Fuerteventura. A partir de 1926 arreciaron las protestas de estos sectores y Primo de Rivera, pletórico tras sus triunfos marroquíes, se mostró decidido a enfrentarse a ellos, como demostró el destierro del catedrático Luis Jiménez de Asúa a las islas Chafarinas, o la convocatoria de actos de desagravio al monarca para responder a los folletos contra el régimen y contra Alfonso XIII publicado por Vicente Blasco Ibáñez, que por entonces era sin duda el novelista español más conocido del mundo.

- Los socialistas

El declive de la popularidad de Primo de Rivera y su pretensión de convertir la Dictadura en un régimen permanente provocaron, su paulatino distanciamiento. Para empezar, no participaron en la Asamblea Nacional de 1927, a pesar de que finalmente Primo de Rivera accedió a la petición socialista de que sus representantes fueran de libre elección. Los escasos representantes de los obreros y campesinos en la Asamblea procedían de los sindicatos católicos y los Libres. La negativa socialista a incorporarse a la Asamblea fue un duro golpe para Primo de Rivera, que se vio privado de una muy importante credencial de legitimidad.

Desde 1928 hasta su dimisión

A partir de mediados de 1928, y de forma acelerada a lo largo de 1929, la mayoría de los sectores sociales que al comienzo del régimen le dieron su apoyo se volvieron contra él al no haber visto satisfechas sus expectativas. La crisis de la Dictadura pareció entonces evidente. No obstante, la razón fundamental de su fracaso fue su incapacidad para articular y dar forma a un proyecto de recambio del régimen de la Restauración. Las contradicciones ideológicas en el seno del régimen influyeron decisivamente en su fracaso. Al fracaso político se sumó la crisis económica y la multiplicación de los movimientos de oposición:

- Trabajadores

La conflictividad laboral (huelgas de los trabajadores demuestran la pujanza del movimiento obrero) creció, pues el crecimiento económico, uno de los principales factores de legitimidad de la Dictadura, cambio de sino en 1929, año de graves dificultades económicas. A la mala cosecha se sumó el deterioro de la balanza comercial y la depreciación de la peseta. Se anunciaba el comienzo de la depresión.

- Estudiantes y profesores

La agitación universitaria, y en general, el movimiento estudiantil, al difundir ante la opinión pública su protesta contra el régimen mediante amplias manifestaciones callejeras, contribuyó en gran medida al desprestigio del mismo. Las discrepancias acabaron por convertirse en oposición global a la Dictadura cuando Primo de Rivera, cuya ignorancia del mundo universitario le llevó a tratar de forma muy poco hábil el conflicto, expulsó de la universidad al estudiante de Agrónomos Antonio Sbert, destacado representante de la oposición estudiantil, lo que provocó un amplio movimiento de solidaridad

- Sectores del Ejército

Recrudecimiento del conflicto artillero. Diferentes mando militares intermedios anuncian y ejecutan levantamientos (Jaca, Cuatro Vientos).



No he puesto en el título pregunta corta porque me ha dado vergüenza, me ha salido un poquito larga, pero he querido reflejar todo lo que he encontrado en la bibliografía básica, para que se entienda mejor. Cualquier anotación al respecto será bien venida :D
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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