Resumen Tema: El franquismo y la Iglesia

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nichtz5
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Resumen Tema: El franquismo y la Iglesia

Mensaje por nichtz5 »

Se puede identificar la política franquista hacia la Iglesia con la evolución del nacionalcatolicismo. El nacionalcatolicismo es la denominación con la que se conoce una de las señas de identidad ideológica del franquismo. Su manifestación más visible fue la hegemonía que tenía la Iglesia Católica en todos los aspectos de la vida pública e incluso privada.

Origen del término

En su origen, el término nacionalcatolicismo suponía dos evidentes analogías: hacia el exterior, la comparación del régimen de Franco con el nacionalsocialismo alemán; hacia el interior, la plasmación de la división interna dentro de las llamadas familias del franquismo, ya que se comparaba al nacionalsindicalismo, componente esencial de la ideología y práctica política del falangismo, familia que dentro del régimen manifestaba una más fuerte oposición a la familia católica, de más tradición dentro de la derecha española. La familia católica fue rebautizada como tecnócrata, especialmente aquellos estratos provenientes del Opus Dei. La habilidad de Franco para apoyarse sucesivamente en una u otra familia, repartiendo responsabilidades entre ellas, es una de las claves que le mantuvo en el poder. El cambio de expectativas sobre el resultado de la Segunda Guerra Mundial, fue trascendental para que Franco decidiera abandonar la retórica fascista de los falangistas y apostara decididamente por la retórica católica, más asumible por los aliados occidentales.

Antecedentes al franquismo

Desde antes de la Guerra Civil Española uno de los focos de tensión durante la Segunda República Española fue la división entre las dos Españas. Sin pretender establecer prioridades, la lucha de clases y el nacionalismo (centrífugo en Cataluña y País Vasco y centrípeto en la derecha española), serían dos de esas líneas divisorias, pero la tercera fue el enfrentamiento entre la Iglesia católica de un lado, y de otro la intelectualidad republicana y lo que podría llamarse las masas.

La derecha aprovechó con habilidad el anticlericalismo de la Segunda República española, tanto la política soberanista y laicista (disolución de la Compañía de Jesús, enseñanza laica) como los casos de violencia anticlerical (incendios, profanaciones, atentados contra religiosos), para sustraer a la mayoría de los católicos del apoyo a la República.

La ajustada mayoría del Frente Popular en las elecciones de 1936, y el recrudecimiento de la violencia, que fue extraordinariamente intensificada con el estallido de la sublevación militar, dieron el empujón definitivo para que la mayoría de los católicos de toda España apoyaran a los sublevados. Los asesinatos de clérigos (la mayoría de los obispos entre ellos) y la destrucción más o menos espontánea de edificios y todo tipo de arte religioso proporcionó argumentos e imágenes valiosísimos a los sublevados.

Muchos de los obispos supervivientes se dejan ver levantando el brazo en saludo falangista, para mostrar su apoyo a Franco. El pronunciamiento que da lugar a la Guerra Civil, llamado Alzamiento Nacional por los sublevados, se había convertido en una Cruzada, y Franco, hombre providencial, en el nuevo Don Pelayo.

Apogeo de las relaciones del franquismo con la Iglesia

Con semejantes consignas se atravesó la dura posguerra de veinte años —hasta 1959— en que Franco iba obteniendo paso a paso el reconocimiento internacional, con el sostenido apoyo del Vaticano, que obtiene en 1953 un Concordato decididamente favorable. La católica es la religión oficial, quedando las demás relegadas al ámbito privado. El estado pone en nómina a los clérigos y se dota a la Iglesia de una amplia exención de impuestos. La institución tiene una autonomía prácticamente plena en la educación, que llegará a ser una suerte de imagen invertida de la escuela laica de la República. A cambio, Franco hereda de la Monarquía Católica el derecho de presentación de obispos y la costumbre de entrar bajo palio en los templos.

Al igual que con los partidos que apoyaron el alzamiento (parte de la CEDA, el Tradicionalismo, JONS, Falange) se formó el Movimiento Nacional (con las siglas FET y de las JONS), se procuró la unificación de los grupos católicos de la Segunda República (Asociación Católica Nacional de Propagandistas) en la Acción Católica.

La sociedad es progresivamente recristianizada, ya sea de grado o forzadamente. Miles de niños y jóvenes no bautizados en los años anteriores lo son ahora, ya que para diversos trámites administrativos se necesita certificado de bautismo. Se declaran inválidos los matrimonios únicamente civiles, y los divorcios.

Sin embargo, la situación habría de cambiar. En la cerrada España de la posguerra podía mantenerse hasta cierto punto la pureza de fe y costumbres, pero el mismo concordato dio el pistoletazo de salida a la apertura del régimen al exterior. Los tecnócratas del Opus Dei en el poder modernizan la economía. El turismo y la emigración se añadirán eficazmente a todo ello. Las costumbres y la moral tradicionales no sobrevivirán a la transformación de la sociedad preindustrial.

El aggiornamiento: la oposición católica al franquismo

Desde el Concilio Vaticano II, la iglesia católica se aleja progresivamente del franquismo. Obispos como Vicente Enrique y Tarancón dirigen un proceso que acabará con una cárcel especial para sacerdotes opositores al régimen en Zamora, que llegó a albergar a ciento veinte clérigos, y un obispo nacionalista vasco (Antonio Añoveros Ataún) prácticamente declarado persona non grata. Los cambios sociales experimentados durante los cuarenta años del franquismo habían vuelto a alejar a muchos fieles de las iglesias y vaciado los seminarios. Los movimientos cristianos de base, próximos ideológicamente a la teología de la liberación que empezaba a formularse en América Latina por sacerdotes locales y otros provenientes de España, mostraban una oposición al Régimen tan firme como la de los ilegales partidos de izquierda, y cobijaban las actividades de muchos opositores. La HOAC, hermandad obrera de Acción Católica, se había ido separando de las posturas oficiales del Movimiento Nacional y de sus miembros salieron militantes para CC.OO., la FST, UGT y la USO, así como para partidos políticos de izquierda.

No obstante, seguía habiendo grupos ultracatólicos, con presencia de obispos como Guerra Campos, a los que puede englobarse en lo que dio en llamarse el búnker (los sectores más recalcitrantes del franquismo) con la Confederación Nacional de Excombatientes y la parte más inmovilista del Movimiento Nacional que intenta impedir la transición a la democracia tras la muerte de Franco. Algunos, como los Guerrilleros de Cristo Rey, llegan a recurrir a la violencia contra manifestaciones de la oposición e incluso atentan contra librerías que utilizan la tímida apertura para sortear la censura.

El punto y final histórico del nacionalcatolicismo llegaría con el nuevo concordato y la constitución de 1978, que define a España como un estado aconfesional, reconociendo a la Iglesia católica como una institución con la que el Estado ha de tener una relación especial.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Nacionalcatolicismo, Elaboración propia
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