Revoluciones y Guerras Revolucionarias

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Eme
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Revoluciones y Guerras Revolucionarias

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Yo de mayor quiero ser como Manuel Lucena. os paso una transcripcíon de una conferencia suya, del Ciclo "Las Américas". Espero que os guste

Revoluciones y Guerras Revolucionarias

Por Manuel Lucena Giraldo

Ciclo de Conferencias Las Américas

Fundación Juan March, 2008



Las independencias de América al norte y al sur del continente fueron muy diferentes, no sólo por la existencia de un origen colonial distinto, sino por la aparición, entre 1776 y 1810,  de nuevos modelos de vinculación entre la política y la guerra.  En esta intervención, estudiaré de qué manera se transformaron los modos de hacer la revolución, el papel del terror, la organización militar y los modos de exterminio del contrario, a fin de esbozar un balance comparativo de las emancipaciones del Nuevo Mundo.


1. INTRODUCCIÓN.

Tal y como el profesor Fernández-Armesto, la ruptura, la cesura entre la América del Norte y la América del Sur, las Américas españolas y portuguesas y las Américas inglesas, se produjo durante las Revoluciones Atlánticas. En 1830, el general Simón Bolívar, antes de morir, señaló dos cosas que constituyen una reflexión que ha perdurado en el tiempo. En primer lugar manifestó “Quien sirve a una revolución, ara en el mar”, la triste reflexión de quien como le ha desempeñado la presidencia, se ha convertido en el héroe de la independencia, que incluso ha ejercido una dictadura, en la etapa final de su vida, se ve obligado a reconocer que todo lo que ha hecho le ha dejado un mal sabor de boca. Dijo también Bolívar “La libertad es el único bien que hemos ganado a costa de todo lo demás”, haciendo el análisis de que la libertad como bien que las revoluciones de la independencia, que las revoluciones atlánticas ha logrado, pero señalando también en esta frase que quizás todo aquello no valió la pena, y que el terrible legado de destrucción material y humana que las guerras de la independencia han dejado le produce a él una serie duda.

Es también, de acuerdo con el libro de Fenández-Armesto, el momento específico del cambio en las Américas, el origen de esa asimetría, en la formación histórica de América como Extremo Occidente, que hasta el día de hoy es un enigma histórico, y que mirando hacia las Américas, el tipo de imágenes mirando hacia la América colonial británica y la América colonial española, han permanecido en el tiempo.

El origen de esa cesura, de esa ruptura de ritmos (sociales, económicos, políticos) en la América del Norte y la América Central y del Sur tiene que ver con esa coyuntura muy particular que es la de las Revoluciones Atlánticas, el ciclo del cambio en el mundo atlántico, en este caso en el mundo americano, que comprende desde el año 1776 en el que se inicia la guerra de la independencia norteamericana, hasta el año 1825, el de la batalla de Ayacucho, en el que se cierran las guerras de la independencia de la América Española. Pero no sólo se da este cambio en América, sino que también a escala del mundo occidental es un momento fundacional. Es el momento en el que origina la política moderna, el político profesional, los partidos, las constituciones obligadamente escritas, como estamos acostumbrados hoy. Es el momento en el que aparece la Declaración de los Derechos Humanos, en el que el estatuto de las libertades individuales, con sus deberes y sus derechos, se formula de una manera reconocible para nosotros. Nuestro mundo, en la medida que somos occidentales, viene de esta coyuntura de cambio.

2. ¿QUÉ ES UNA REVOLUCIÓN?

La primera cuestión a someter a consideración para irnos adentrando en este mundo fundacional, en el que las revoluciones y guerras revolucionarias en el mundo americano van a caracterizar tosa esa época de 50 años (1775-1825), tiene que ver con la definición del propio concepto de revolución. Las imágenes terribles que evocan el guillotinamiento del rey de Francia Luis XVI, una imagen icónica máxima de la Revolución o de su mujer María Antonieta, nos conducen a ese momento en el que surge la propia idea de Revolución. Cada vez es más importante ir a los términos del lenguaje. Tendemos, desde la estrechez de nuestras mirada contemporánea, que las palabras siempre han significado lo mismo, a pensar que el término revolución siempre tuvo la misma significación que en la actualidad. Pero las palabras han significado cosas distintas en el tiempo, su significado ha evolucionado o se ha extinguido. Uno de los términos del lenguaje político que muestra un nacimiento de un contenido diferente en una palabra es precisamente el término revolución. El diccionario de la Real Academia nos dice que la revolución “es un cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación”, lo que es interesante en términos de análisis de lo que es una revolución y de cómo se configuran las revoluciones en el mundo atlántico.

Durante el siglo XVIII el contenido de la palabra cambia de una manera muy obvia. En el siglo XVI la revolución es la revolución de los astros, es el giro de los planetas alrededor del Sol. Sin embargo, durante el siglo XVIII, a partir de 1720 fundamentalmente, la palabra revolución empieza a adquirir significados diferentes. Sin meternos en detalles sobre la evolución de un significado a otro, la palabra revolución empieza a tener un significado muy concreto. En términos de la construcción de una comunidad política los “Modernos” no necesariamente tienen que apelar a los “Antiguos” para construir una legitimidad. Hasta 1750-1770, cuando una comunidad política en Europa se constituía, tenía que leer lo que los griegos o los romanos habían formulado sobre la construcción de la virtud; cómo tener derechos, cómo tener deberes, como construir, apelando a esos valores del clasicismo, una comunidad política digna de llamarse de manea civilizada. Lo que pasa entre 1720 y 1750 marca el triunfo de los Modernos sobre los Antiguos. Quizás los modernos franceses o ingleses pueden ser tan virtuosos como los antiguos romanos, ya no necesitan a la hora de la construcción política, partir de los hombros de los gigantes, que son los antiguos, no necesitamos colocarnos en las referencias al pasado. Así, durante estos 50 años de revoluciones americanas se produce el triunfo de los Modernos sobre los Antiguos.

Este cambio en el lenguaje político está trenzado con muchas cosas. En ese sentido tendríamos que adentrarnos a reflexionar sobre cómo se construye aquello que en la historiografía se denomina “estado pre-revolucionario”, como podemos intuir, pensar o calibrar en una sociedad dada que una revolución se puede producir. Los historiadores somos los mejores futurólogos, sabemos siempre cual es el final de la historia que estamos comentando. En ese sentido, estudiar las revoluciones que se producen en el mundo americano durante ese periodo supone evidentemente saber cómo acabó un proceso histórico determinado. Pero supone también mirar hacia atrás y estudiar esos elementos que configuran, que pre-determinan el nacimiento de las revoluciones. En ese sentido tenemos que situarnos en la década de 1760 en el mundo americano, para investigar aquellos elementos que explican la creación de una atmósfera, que se precipita en primer lugar en la Revolución de Independencia en los que será luego EE-UU en 1775. La palabra clave en el periodo 1740-1775 es la palabra Reforma. Hay en el caso de la América británica un intento por parte de la Corona dirigir de manera mucho más obvia los destinos de las Trece Colonias que van a ser las fundamentales de los futuros EEUU. Dentro de un cambio sustancial lo que podemos llamar las filosofías las Coronas, los reyes, las monarquías ya no van a tender a la construcción en las Colonias de lo que podemos definir como estructuras de consenso y negociación en el mundo americano para poderlo administrar. Hay una teoría diferente, en la que el rey, la monarquía, el Estado, debe tener un poder directo sobre esas colonias, esos territorios y debe asentar su poder en manos de funcionarios que sean ajenos a los intereses locales. En ese sentido John Lynch habla del paso de Imperios de Consenso a Imperios de Control.

El impacto de esa nueva filosofía del poder, moderna, distinta , de un estado centralizado, alcanza a las 13 Colonias, California, México, Brasil, Venezuela, Chile etc… hay una obsesión, literalmente por restaurar a la Monarquía “a su antiguo estado de felicidad y opulencia”. La monarquía española introduce reformas en América para volver a la gloria de Carlos V y Felipe II. Hay que recuperar el tiempo perdido, hay que introducir nuevos impuestos, fomentar expediciones científicas, eliminar poderes intermedios… como las aristocracias hispanoamericanas y las órdenes misionales como los jesuitas, para conseguir esa restauración a la antigua felicidad y opulencia.

El famoso Mapa de las Cortes de 1750 constituye una visión, un ejemplo, de esa antigua opulencia. Antes de las Revoluciones hay una etapa previa de reforma. En esta fecha se consigue un acuerdo con la Corona Portuguesa para la delimitación definitiva de las fronteras con Portugal (Brasil) y se pone en marcha un programa de reformas que básicamente va a consistir en el trazado de las fronteras con Brasil.

La figura del joven militar Jose Solano y Bote, que entra en la selva venezolana para desarrollar esa presencia directa de la Corona y del poder real es paradigmática sobre ese cambio que precipita una serie de reacciones en el mundo colonial. En su retrato detrás aparecen los barcos de guerra de la Armada Española, que evocan un hecho muy concreto,; en 1781 José Solano y Bote comandaba la flota que acude a Florida a Pensacola, para socorrer a las tropas que estaban atacando a los británicos. Pensacola viene de Panza Cola, la forma estricta de la costa que los españoles le habían dado apodo. La actuación de Solano y Bote fue decisiva para la victoria de los patriotas norteamericanos en la Guerra de Independencia, con la ayuda de las monarquías francesas y española. Pero este cuadro no sólo habla de la victoria militar, sino de otros caminos, ámbitos e instrumentos por los cuales la monarquía se adentra en el mundo colonial. Solano y Bote lleva el uniforme de Jefe de Escuadra, máxima autoridad de la Armada, Ha sido para entonces capitán general de Venezuela y Santo Domingo. Lleva el bastón de mando en su mano derecha. Pero también observamos cómo hay detrás aparatos de la ciencia. Hay una idea del mundo americano que es absolutamente distinta, que tiene que ver con ejercer esa jurisdicción por parte de la monarquía de una manera más directa, inicialmente en la América Británica.

3. ¿CÓMO EMPIEZAN LAS REVOLUCIONES?

En esa década en la que José Solano y Bote es capitán general de Santo Domingo, empiezan a sucederse una serie de fenómenos en la América Británica que constituyen respuestas muy importantes a la nueva filosofía. Ahora podemos pasar al siguiente punto, a cómo empiezan las revoluciones. Para Lucena este inicio está directamente vinculado a los agravios que ese proceso de reforma impulsado desde las metrópolis causa en el mundo colonial. Esta imagen del lo que se llama en la historia de EEUU el Boston Tea Party, un hecho fundacional de la mitología nacional estadounidense, constituye un momento fundacional de la revolución. De modo que el inicio de una guerra nacional de independencia puede empezar en un momento como este; una serie de patriotas agraviados disfrazados de indios, quizás para precipitar las burlas de los capitanes británicos para parecer más lelos, ingenuos y tontos ¿? En cualquier caso este acto constituye la ruptura de una constitución atlántica que ha funcionado de manera muy fácil durante un siglo y medio (1607, fundación de Jamestown) en la América Británica. Aunque parece un hecho inconexo, va a tener sus consecuencias, al menos en la revolución de independencia de los EEUU. El hecho que una serie de patriotas, o al menos colonos, que es realiza por patricios; profesionales, comerciantes, plantadores, que son los que van a llevar adelante este momento fundacional de los EEUU. Pero si además analizamos la Constitución de los EEUU, vemos que esta tiene muy poco de moderna, salvo en el hecho de la constitución de una nueva unidad política a que se escinde de una metrópoli que la ha agraviado. Hay un hecho de cómo la independencia se justifica como reacción ante el despotismo del rey británico, que no ha respetado los derechos de los colonos de los EEUU. ”Usted no puede cobrarme impuestos sin pedirme antes mi parecer”, podríamos decirlo así. Y si ustedes se han empeñado desde su programa de reformas desde 1760 a imponer esos impuestos y desconocer mi derecho a aceptarlos o no o aunque y quizás negociarlos, de acuerdo a los espíritus de la Constitución Atlántica, usted está cometiendo un acto de despotismo. En todas las revoluciones americanas hay un elemento de anti-despotismo de tal y como se sienten esos colonos agraviados por aquellas medidas maquinadas desde las metrópolis.

Pero como se ha mencionado antes, hay revoluciones que empiezan de otro modo. El arranque de la revoluciones de independencia en la América Española tiene lugar del 19 de abril de 1810. Es una imagen que a pesar de lo que pueda parecer en esa evocación del siglo XIX y del cuadro anterior, es también una “revuelta de los privilegiados”. El capitán general de Venezuela, el español Vicente Emparan, que es depuesto en la madrugada de ese día 19 de abril, señaló que francamente varios hacendados revoltosos habían pagado a una serie de 400 o 500 agitadores o “paniaguados” para ponerse a gritar en la Plaza Mayor de Caracas “Abajo el Capitán General” porque es un partidario de los franceses y por lo tanto no tiene la lealtad necesaria y no merece desempeñar la máxima autoridad y mando del fiel dominio de España, que es la Capitanía General de Venezuela. La figura central de Emparan, medio sorprendido por el movimiento, nos permite intuir como fue el inicio de estos acontecimientos.

Pero hay otras imagen, un cuadro naif, la manera de cómo los pintores haitianos evocaban el nacimiento d la nación haitiana, la primera república negra del mundo, en 1804, y en este caso es la revuelta de esclavos, esclavos que se rebelan porque han escuchado rumores, analfabetos en su gran mayoría, que han escuchado en 1791 que “el buen rey de Francia quiere darle la libertad a los esclavos”. Así, las revoluciones pueden empezar también de esta manera, a partir de los rumores de unos derechos que los esclavos quieren para sí.

Pero no sólo tenemos que acudir a deposiciones de gobernadores con unos actos de violencia más o menos importantes o con movimientos de reacomodos en el poder de las élites emergentes. Hay otros casos, como el del Brasil. En 1808, la familia real portuguesa, con motivo de la invasión napoleónica, se embarca y se va a Río de Janeiro, para coordinar o soportar la resistencia frente a la invasión peninsular. Más tarde, es simplemente una decisión de un hijo del rey de proclamar la independencia de los terrenos coloniales respecto a la metrópoli. Es, desde ese punto de vista, una contienda familiar, de un príncipe que decide que se va a quedar en Brasil y que ya es hora de que este territorio se independice de la metrópoli portuguesa.

En este sentido también las ideas de cambio y revolución en el mundo americano no obedecen a una tipología determinada y como ha comentado Lucena que se asocian francamente a explicaciones de contexto local.

4. ¿QUÉ PASA CON LOS DIVERSOS SECTORES SOCIALES ANTE UNA REVOLUCION?

El problema siguiente es plantearse qué ocurre en esos contextos locales cuando las revoluciones que se inician como fragmentaciones de las aristocracias o de las élites americanas, qué ocurre con el resto de la población. Podemos pensar, si vemos las imágenes de las revoluciones francesa o rusa las imágenes inconscientes de las masas participando, el pueblo, la nación, la libertad.

Hay que decir las respuestas de quienes en todo caso constituyen esos fragmentos de monarquía o esos fragmentos de sociedad, utilizando las palabras del historiador Pablo Fernández Albadalejo, hay que decir que las respuestas de esa masa de población al comienzo de entre comillas una revolución o un cambio político fueron absolutamente variadas y que no respondían, pese a lo que se digan con demasiada a ningún esquema preestablecido o determinista. Pese a que la idea de revolución es una idea muy determinista, es el determinismo por autonomasia, en la práctica la respuesta de cada grupo social frente al comienzo de la revolución es absolutamente variable.

¿Qué ocurre en el mundo americano cuando comienzan las revoluciones? vamos a hacer el repaso muy rápido de algunos casos, para intentar comprender como se iniciaron.

El cuadro de las mulatas haitianas de 1802 es muy capaz de evocar en algún modo como en el caso de la Revolución Haitiana en 1791 hay una fragmentación social que explica las diferencias revolucionarias. Por un lado tenemos a los Grandes Blancos, dueños de las plantaciones más importantes de la isla, en la zona norte, que lógicamente presentan una hostilidad absoluta al comienzo de la Revolución en la metrópoli en 1789. No quieren ni oir hablar de parlamentos, de representaciones ni mucho menos de Derechos Humanos. Pero en el mundo colonial francés hay un sur, en la zona de Puerto Príncipe, en donde están los Pequeños Blancos, mucho más proclives a una estrategia de defensa de sus intereses sociales a través de un Parlamento en la metrópoli, y estar representados, para quizás obtener unas mejoras fiscales o mayor facilidad para comprar esclavos y crear una estructura económica más competitiva. Pero además existe una población de Mulatos (10-15 %), que obviamente tienen de manera inicial una esperanza en la Revolución, que cree que va a poder ayudarles una mejor representación política y obtener los fines que pretenden. Pero pronto es obvio que en la metrópoli el factor racial presa demasiado y no van a obtener esta representatividad que buscan. Incluso los grandes pensadores de la Revolución tienen muy claro que ésta es un invento de las naciones europeas y que las colonias no caben o no están incluidas en ella.

¿Y qué ocurre en el caso de la América Española. Pues que también las respuestas van a ser absolutamente variadas. La imagen de Fernando VII jurando en una pequeña localidad de la Nueva Granada llamada Honda. Lo que se hace en una imagen barroca, es un acto de lealtad y juramento al rey, que van a guardar durante mucho tiempo, conforme a su voluntad política, grupos sociales muy importantes.

¿Cómo responden otros sectores?. Ya hemos hablado de los esclavos haitianos. Podemos hablar ahora de los llaneros venezolanos, en los años 1811-12, en las enormes extensiones de las actuales fronteras de Colombia con Venezuela, esos conglomerados de blancos pobres, blancos de orilla, gallegos, asturianos, canarios, en una particular mezcla étnica con pardos, mulatos, zambos, algunos otros blancos. Van a tener claro que la Revolución va a ser cosa de blancos y de poderosos y ricos. Ellos tienen que acudiré entonces al expediente de la fidelidad a la Corona frente al hecho de la Revolución. Su respuesta instintiva es oponerse a un cambio político que están realizando sus oponentes naturales, o sus “enemigos de clase”, que diría un marxista. Es por ello que en la historia venezolana hay una figura que es la contrafigura de Bolivar, la del asturiano José Tomás Boves, precisamente el caudillo d esos llaneros que se oponen a la revolución de independencia comenzada en esos años de 1810-1811, y hasta que muere en 1814 en una sangrienta batalla no hace más que oponerse a los revolucionarios blancos, que son los enemigos naturales de quienes habitan esa zona de Los Llanos.

¿Cómo reaccionan los indígenas? Es también un sector muy importante pero de los cuales la historiografía ha tenido relativamente poco interés. También por el hecho de las narrativas que producen las revoluciones son teleológicas, son finalistas, son narraciones cerradas, como tales mitos. La Historia es otra cosa. Se producen eminentemente en un instante primigenio en el que lo que surge es la Nación y todos nos ponemos detrás y no tenemos más dudas y emprendemos un camino fundacional. Sin embargo las investigaciones, especialmente durante las últimas décadas, han recuperado ideas que no hay más que ir a los archivos para tener muy claras; los indígenas en la América Española, de una manera más o menos generalizada, no tienen en mayor interés en la Independencia. En 1814, cuando termina la Guerra de la Independencia de España, se envía un ejército llamado “de Reconquista” a Venezuela, con entre 10 y 12.000 veteranos de dicha guerra y que pretende recuperar Venezuela y sujetar dicho territorio que Bolívar y sus compañeros de aventura política en ese momento han desarrollado. Cuando ellos llegan allí van a encontrar por supuesto un panorama muy distinto del que les habían pintado; el último Capitán General de Venezuela manda directamente una carta al ministro de Indias y dice ¿para qué mandan ustedes un ejército si ya América se ha pacificado y ha vuelto a la lealtad de una manera natural?.Uno de los factores de la vuelta a esa “lealtad natural” es la oposición de los indígenas a la Independencia por motivos muy obvios. El primero, al igual que hoy en día, es la defensa de la tierra comunal de los indígenas. De acuerdo con la tradición colonial española los resguardos de los indígenas habían sido respetados. Ellos saben muy bien que de acuerdo con la idea liberal y desamortizadora los resguardos indígenas van a “pasar a otra lógica” y van a ser privados de ellos, su principal medio de subsistencia. Hasta tal punto el factor indígena es tan importante en la resistencia contra la revolución que incluso hasta los años 1840-42 hay indígenas que están luchando en Venezuela contra la Revolución y bajo las banderas del Realismo y de la fidelidad al rey de España, 20 años después están luchando para defender un estatuto que bajo el dominio español les era infinitamente más favorable.

Por supuesto también hay otro tipo de respuestas que la historiografía ha estado estudiando de manera más reciente. Hay afortunadamente un enorme interés en saber cómo las mujeres se incorporaron a las luchas de independencia. Hay algunas ideas generalizadas de algunas heroínas que son conocidas en distintos países. Pero por supuesto estamos hablando de otras cosas, de cómo la Revolución produce una escala de movilización política y en esa movilización política al final hay que tener una respuesta individual.

5. ¿QUÉ PASA CUANDO HA ARRANCADO UNA REVOLUCIÓN?

Esto nos lleva al siguiente asunto a tratar y es un punto muy importante en la tradición de la Ciencia Política; si la Revolución supone el cambio violento de una estructura política anterior, la puesta en marcha de una nueva legitimidad, una refundación en el tiempo en nombre de la necesaria respuesta ante un despotismo. ¿Qué pasa cuando ha arrancado una Revolución? La Revolución implica un movimiento, pero el consolidar una Revolución implica un estatismo. Hanna Arendt lo ha estudiado de manera magistral e iluminadora. Si merece la pena indicar que hay un proceso de institucionalización de las Revoluciones desde el propio momento de su comienzo, desde esos momentos de las deposiciones de Capitanes Generales o del Boston Tea Party cuando manda una carta al rey de Inglaterra comunicándole su Declaración de Independencia por el despotismo del monarca porque ha desconocido sus derechos.

Por supuesto hay que pensar que quienes inician una Revolución lo hacen con el ánimo de perdurar, no de corregir sólo algunas cuestiones, sino fundar un nuevo régimen, una nueva legitimidad política. Por supuesto las Revoluciones de Independencia en las Américas comienzan también con la idea de la definición de un nuevo ámbito de soberanía. Hay una inmediata necesidad de administrar la política. Eso quiere decir ganar la libertad revolucionaria, luchar contra los enemigos de la Revolución, cobrar impuestos, poner en marcha mecanismos de gobierno de la Nación. Hay en marcha debates sobre la forma del estado, ya que una vez comenzada la Revolución hay que definir si una determinada comunidad política se va a organizar como una monarquía o quizás como una república. Hay que definir, y esto es muy importante, si va a ser centralizada o federal. Hay que decidir también si esa Constitución va a ser una Constitución escrita.

Todos esos son los problemas que acarrea el momento en el cual comienza la Revolución, quienes forman parte de ella, quienes la están impulsando y dirigiendo, tienen que decidir. Las respuestas a estas cuestiones en el mundo americano son absolutamente variables, y nos indican como en el mundo de la América Española, altamente burocratizado, e institucionalizado, las revoluciones de independencia comienzan con una llamada del Cabildo del gobierno de las ciudades a sus vecinos o los que tienen esta categoría, para que acudan en “Cabildo Abierto”, es decir, con la participación de todos los vecinos, a resolver un problema determinado, en este caso el de resolver cómo se va a solucionar el problema de la ausencia del rey, que además ha sido capturado por Napoleón.

En el caso norteamericano, en cambio, el fenómeno es absolutamente distinto. Hay una necesidad de responder ante hechos como el de la Matanza de Boston que ha tenido lugar o una serie de hechos que en nombre de las reformas han sido introducidos por ese rey despótico.

Hay una necesidad, como ya se ha dicho antes, de decidir cuál es la forma de dicho gobierno americano. No es una cuestión fácil de responder. Estanos acostumbrados hoy en día a pensar que la institución monárquica es eminentemente europea y que el mundo americano se ha organizado en formas republicanas, pero en absoluto eso estaba tan claro en las primeras décadas del siglo XIX. Un testimonio significativo es el de Agustín de Iturbide, el militar que impulsa la independencia de la Nueva España de la España liberal en 1821. En ese momento, y lo deja escrito en una carta, señala que lo mejor para el nuevo estado es una monarquía constitucional en el que la persona del monarca sería elegida entre los miembros de las familias reales europeas, preferentemente la dinastía de los Borbones “para darnos un monarca ya hecho que nos salve de cometer actos fatales de ambición”. En ese sentido la forma republicana especialmente la de la República Francesa y la sombra de Napoleón pesa mucho en ese momento e implicaría el paso hacia un aventurerismo político que quienes defienden la monarquía quieren evitar a toda costa

Por otro lado, en los aspectos de la representatividad o de los sistemas representativos, estamos hablando del una sociedad en el que por el hecho de vivir en una revolución en absoluto han entrado en un estado de representación simbólica diferente para poderse “comunicar” con esa realidad abstracta que es El Pueblo, hay que hablarle en un lenguaje que pueda entender, y el lenguaje que entiende obviamente es el de monarquía.

Otro problema es el del centralismo y el federalismo. No vamos a descubrir las tendencias innatas entre las formaciones políticas hispanas a la fragmentación, pero hay que decidir dónde va a estar la capital de una república o eventualmente de una monarquía, cuáles van a ser los derechos de las regiones, cuáles van a ser los derechos locales. Todo ello va a pesar de una manera muy obvia en los procesos revolucionarios.

6. EL PROBLEMA DE LA GUERRA Y EL PROBLEMA DEL TERROR

Y esta cuestión nos permite avanzar hacia el siguiente punto, cual es la relación en el mundo americano entre los procesos revolucionarios con dos cuestiones muy determinantes y que han pesado de manera muy importante; el problema del terror y el problema de la guerra. En este punto la América Británica y la América Española son sustancialmente distintas, ya que entre medias surge la Revolución Francesa. Surge en 1792-1793 entre los rectores de las élites revolucionarias el concepto del terror como forma de gobierno, de defensa de una legitimidad, contra los Enemigos del Pueblo , el antecedente, si se quiere, en nombre de la Defensa de la Revolución, Experiencia que se materializa a partir del Comité de Salud Pública de los jacobinos franceses de 1793-1794. De modo que las Revoluciones Atlánticas se vinculan, se contaminan, si se quieren, a esa Revolución Francesa y a esa experiencia del Terror dentro de los procesos revolucionarios.

Pero esto resulta un tanto anacrónico, ya que en 1791 la Revolución de Esclavos de Haití, las masas de esclavos liberados cometen actos cruentos, como la crucifixión de niños blancos hijos de los amos de las plantaciones, y a su vez en represalia los Mulatos, Grandes Blancos o Pequeños Blancos ya manejan ejércitos privados que comenten un sinnúmero de tropelías frente a los esclavos que representan la revolución social en Haití.

La presencia del Terror en las Revoluciones va a ser permanente. En 1813 Simón Bolívar anuncia su famoso Decreto de Guerra a Muerte. Supone un giro fundamental en las Revoluciones de Independencia de América, porque su pone el final de la merced y de la posibilidad de permanecer al margen de los avatares políticos, de la revuelta de los patriotas americanos contra España. Bolívar dice allí, “Españoles o canarios, o con nosotros o contra nosotros”. No va a ser posible permanecer sin tomar partido. El Terror va a ser un arma que usarán ambos bandos. Esta es una Gran diferencia con la Guerra de la Independencia de los EEUU, que aunque tuvo episodios aislados de violencia nunca alcanzó la virulencia de las Guerras de Independencia de la América Española. Y sobre todo la noción del terror nunca estuvo en el arsenal intelectual de los patriotas americanos, la voluntad fría y consciente de utilizar el Terror como un arma de la propia Revolución.

Estas imágenes de las tropas inglesas en 1806-1808 en Buenos Aires nos permiten situarnos en la cultura de la guerra del momento y cómo se nos puede olvidar en 2008, pero España y la América Española casi sin solución de continuidad entre 1792/93 y 1814 prácticamente están en guerra durante todo el tiempo, y luego hasta 1825. Y la violencia se desarrolla fuera de unos canales de la tradicional violencia simbólica que se ha desarrollado durante las décadas anteriores. Una reflexión que es conveniente al menos dejar sobre la mesa.

Una vez se ponen en marcha las Revoluciones de Independencia ¿Cuáles son los tipos de guerra que se producen? Por un lado podemos considera el terror como forma de guerra contra el enemigo. Pero recientemente el historiado francés Clement Thibaux ha propuesto cómo dentro los ciclos de la Guerra de la Independencia de la América Española hay tres tipos de guerras sucesivas.

- La primera sería lo que él llama la Guerra Cívica, la que hemos visto en las imágenes de esos administradores, comerciantes, miembros de la administración, dueños de esclavos como el propio Simón Bolívar, que resuelven en un término de disensión entre las élites sociológicas en ese primer nivel el conflicto de la lealtad o deslealtad al rey de España, que en ese momento es un prisionero de Napoleón.

- El segundo momento es el de la Guerra de Milicias, visto que hay un desbordamiento del proceso revolucionario y que hay un grado de movilización política que alcanza a pardos, mulatos, esclavos, a los cuales unos y otros van a prometer la libertad.

- El tercer momento es el de la Guerra Patriótica, en el que los ejércitos profesionales ponen en marcha hasta el final la guerra nacional, la Guerra de la Nación en Armas, la Guerra que la Revolución Francesa y sobre todo napoleón han llevado al extremo.

Esto nos llevaría al siguiente punto, al de ¿Cuál es el personal revolucionario? Apenas quisiera apuntar que en este proceso de Guerras Cívicas, de Guerras de Milicias o de Guerras Patrióticas, la guerra se convierte en un mecanismo muy importante de movilización social. Producen héroes populares, hay aristócratas de la revoluciones, profesionales revolucionarios. El propio concepto de intelectual, al cual estamos tan acostumbrados, está unido a este momento del alumbramiento de las Revoluciones Atlánticas. Intelectual quiere decir político profesional, en ese sentido. En también el momento en el que se mueve la escala de lo que hoy llamamos la opinión pública; hay periódicos, folletos, proclamas, manifiestos y una movilización masiva de la Nación Política alrededor de uno u otro bando. Por supuesto hay héroes que forman parte de la revolución y de sus mitos fundacionales posteriores. Este cuadro de Washington cruzando el Delaware de 1847 evoca perfectamente el hecho determinante de cómo las revoluciones de independencia se producen y de cómo hay una serie de hombres providenciales, de héroes de la patria, de los Padres Fundadores en el caso de los EEUU que son el resultado de las Revoluciones; Miranda, Bolívar, San Martín, Washington…Hombres inaccesibles al temor, que tiene la facultad de llevar adelante a la Nación, de “cruzar la Tierra Prometida”, que es la Guerra de la Independencia.,y llegar hasta el final, que es la fundación de una Nación Independiente.

Y esto conduce a la cuestión, que obviamente ha sido manejada en todas las Guerras de la Independencia ¿Qué pasa al final de las Revoluciones? ¿Cómo se acaban las mismas ¿Quizás con la instalación en el poder de estos hombres providenciales? Quizás, como es el caso de Washington, de cualquier tipo de tentaciones dictatoriales en nombre de la virtud política que estos mismos personajes quieren representar. Es quizás, como es el caso americano es muy obvio, del nacimiento de Estados democráticos, que generan a partir de la idea de un pueblo soberano un Estatuto de deberes y derechos para todos.

Sea como sea, lo que sí parece muy obvio en el caso de la Historia de la Américas, parte sustancial del mundo occidental y en el fondo es una reflexión para Europa y América y para los que nos sentimos occidentales, nuestra idea de la Democracia, de la Libertad, nuestro Estatuto Político, nuestra Constitución, es inseparable de todo aquello que pasó en América entre 1776 y 1825. Todos, no sólo los americanos, somos herederos de aquellos principios.

7. REFLEXIONES FINALES

Y llegado a este punto podemos hacer una serie de reflexiones.

- La primera, en un orden cronológico, es que no hay una relación necesaria entre Guerra y Revolución. Es verdad que Guerra y Revolución suelen ir acompañadas, pero no de una manera mecánica y determinista. Hemos señalado el caso de Brasil como un caso peculiar.
- La segunda cuestión es cómo en las Américas se producen todas las guerras posibles. Cívica, civil, patriótica. Que hay una escala de movilización política que convierte a los movimientos revolucionarios en más rápidos o más lentos, mÁs masivos o más restringidos, más destructor o menos destructor.
- También hay una simetría en los modos y las maneras sobre la guerra en la América Británica y la América Española y en las independencias respectivas. Y eso tiene que ver en como la Revolución Francesa ha transformado la idea de Guerra y la Idea de Revolución.
- Por supuesto, hay que señalar que comparando lo sucedido en el norte y en el sur, la independencia norteamericana es el desprendimiento de un fragmento del Imperio Británico que desde 1763 viene sometido a presiones constitucionales; hay una periferia del Imperio Británico que se desgaja del centro.
- El caso de la América Española es completamente distinto, hay no una explosión, sino una implosión, hay un centro del Imperio que prácticamente desaparece en abril de 1810 cuando absolutamente toda la opinión pública europea y americana está esperando la noticia de la las tropas napoleónicas han tomado Cádiz y de que la metrópoli española ha desaparecido y en ese sentido la metrópoli española como metrópoli misma va a dejar de existir. Así, la implosión del Imperio Español, la desaparición de la metrópoli española en el centro precipita la necesidad del ejercicio de una autonomía política en los territorios, leales hasta entonces, de la América Española. Y no hay que recordar aquí que la lealtad de los españoles americanos a la Corona de Fernando VII permanece hasta ese momento de abril de 1810.
- El siguiente punto tiene que ver en cómo hay un balance de destrucción material, terrible en algunas zonas como Venezuela o Colombia y quizás en los EEUU ese caso es distinto. Pero lo fundamental aquí, si vamos a las comparaciones, los EEUU se van a convertir, a partir de 1795, en el pabellón neutral de las Guerras Napoleónicas, y este es un hecho muy importante. Esa nación de Washington, de industriosos patriarcas de las haciendas, de comerciantes, tiene una magnífica oportunidad para lucrarse, porque es la única bandera con la cual se puede comerciar en la época de los bloqueos napoleónicos y británicos. Esa nación de comerciantes y plantadores se va a convertir en una nación de industriales, porque tiene capital para ello, a partir de 1815. Las independencias de la América Española a partir de 1825 por supuesto surgen en un contexto diferente, un contexto en el cual los británicos son los grandes señores de los mares y pueden promover una política de fragmentación y de descapitalización del mundo americano.

En cualquier caso hay que señalar aquí que las Revoluciones Americanas en el Norte y en el Sur se nutren de la idea de Utopía. Y esa idea de Utopía es la que debemos evocar ahora, dos siglos después. La idea de una experiencia de la democracia abierta a otras experiencias, étnicas, sociales, religiosas o de género: Una idea de democracia americana, mucho más ecuménica y cosmopolita quizás que aquella que se desarrolló en sus orígenes clásicos.
"Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Marquesa de Sevigné.
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Pilux
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Re: Revoluciones y Guerras Revolucionarias

Mensaje por Pilux »

Sólo le he echado un vistazo y me parece de lo más interesante. Luego me lo leo con calma
Muchas gracias Eme :smt058
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Yaiza
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Re: Revoluciones y Guerras Revolucionarias

Mensaje por Yaiza »

Yo también me lo guardo para leer, a mi también me parece muy interesante y sobre todo muy claro lo que explica este señor. Gracias :smt023
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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marducki
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Re: Revoluciones y Guerras Revolucionarias

Mensaje por marducki »

gracias, a ver si cuando estén todos los recopilo tós y los envío montaikos
Elemental querido Watson...
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