Nuevos datos sobre la extraña enfermedad que avergonzaba a Julio César

Fue un general destacado en las Galias que, tras años de leal servicio a Roma, tomó el poder y ejerció como dictador. Sin embargo, no son pocos los textos que afirman que padecía una enfermedad que le provocaba unos extraños ataques de forma periódica. Su pequeño talón de Aquiles. Hasta ahora, esta dolencia había sido considerada como una mera epilepsia en base a los datos encontrados. Sin embargo, dos investigadores del Imperial College de Londres han publicado hace menos de un mes un estudio en el que se afirma que el genio militar que dirigió a las legiones romanas hasta innumerables victorias sufría realmente de apoplejía.

La extraña enfermedad que acompaña al César era, hasta hace poco, un misterio. Y es que, únicamente se sabe que –pocos años de ser asesinado en el año 44 a.C.- este líder contaba con una serie de problemas de salud tales cómo mareos, debilidad de las extremidades, dolores de cabeza, depresión y, finalmente, la que más le avergonzaba: una serie de ataques que hacían que se cayera repentinamente al suelo. Durante siglos, la mayoría de los historiadores han aceptado que se trataba de epilepsia.

No creen lo mismo los doctores Francesco M. Galassi y Hutan Ashrafian quienes, tras reevaluar los síntomas de César y estudiar su historial familiar, han establecido en un artículo publicado en la revista especializada «Ciencias Neurológicas» que –realmente- sufría de pequeños derrames cerebrales que dañaron seriamente su salud. «La teoría de que padecía epilepsia no parece tener bases muy serias. Reexaminando las pruebas cuidadosamente, los síntomas se asemejan más a los de una apoplejía», determinan los expertos en su investigación y recogidas por «Discovery News».

Con todo, estos expertos también determinan que, el problema de este diagnóstico, es que sólo se ha hecho en base a lo que algunos historiadores de la época escribieron sobre César. Y es que –a pesar de que él narró pormenorizadamente sus vivencias en los campos de batalla- nunca hizo referencia a su salud. Así pues, son conscientes de que esta teoría es imposible de demostrar.

Los síntomas
Entre los diferentes síntomas que padecía, el biógrafo romano Gayo Suetonio habló de «desmayos repentinos y pesadillas». El historiador Apiano señaló, por su parte, que sufría convulsiones, mientras que Mestrio Plutarco padecía «moquillo de cabeza y ataques epilépticos». En palabras de este último, César se derrumbó repentinamente en la campa de Córdoba (en el 46 a.C.) y, posteriormente, tuvo que retirarse de la batalla de Thapsus (Túnez) después de que su «enfermedad habitual» hiciese mella en él.

Por tanto, tras analizar nuevamente todos los textos, los expertos han determinado que esta enfermedad se correspondería con pequeños ataques cerebro vasculares, los cuales se producen cuando el cerebro se queda temporalmente sin sangre. A su vez, los investigadores han determinado que su personalidad y sus continuas depresiones podrían haber estado inducidos por esta dolencia. «Todos los síntomas cuadran y son compatibles con la apoplejía», explica Galassi en declaraciones recogidas por el diario «The Guardian».

Como prueba de que padecía realmente esta enfermedad, los investigadores hacen referencia a un curioso texto en el que se afirma que el César permaneció sentado mientras el Senado le hizo entrega de un premio. Plutarco señaló que eso se debía a su enfermedad, que hizo que «se sacudiera, girara, tuviese vértigos e insensibilidad». Estos síntomas, según determinan, nada tienen que ver con la epilepsia. «Esa idea es infundada. Creemos que se parte de la suposición de que la padecía, nuestra teoría es más simple y más lógica», añaden Galassi y Ashrafian.

A su vez, los investigadores han logrado establecer que en su familia había antecedentes de este tipo de dolencias. Así lo demuestra Plinio el Viejo, quien escribió que el padre del dictador y otro de sus familiares fallecieron sin previo aviso mientras se ponían sus zapatos. «Incluso si César participó en un estilo de vida activo y se vio beneficiado de una dieta mediterránea, existe la posibilidad añadida de la predisposición genética», completan en el estudio.

Entonces, ¿por qué se extendió la idea de que sufría epilepsia? Al parecer, porque en aquel momento podría haberse entendido como un signo de posesión divina (y aumentaba la leyenda que afirmaba que mantenía contacto directo con los dioses).

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Los denisovanos son la única especie humana –o animal— que se ha descubierto por el genoma de un hueso minúsculo: una sola falange de un solo dedo de un solo niño, hallada en 2008 en la cueva de Denisova, en las montañas Altai del sur de Siberia. La especie se enriquece ahora con otros dos individuos de la misma cueva, representados por dos muelas y por sus dos genomas correspondientes.

Los dos nuevos molares no solo confirman más allá de toda duda razonable la existencia de los denisovanos, sino que añaden información valiosa sobre esa especie enigmática

Los denisovanos son una especie hermana de los neandertales, es decir, coetánea y descendiente de un ancestro común relativamente reciente (lo que en este contexto puede significar un millón de años). Y hay otro paralelo que la genómica reciente ha establecido: los ancestros de los europeos modernos se cruzaron con los neandertales, y los ancestros de los asiáticos modernos se cruzaron con los denisovanos. Aunque esas dos especies se han extinguido, el genoma del lector –si el lector es de origen asiático o europeo— conserva una pequeña proporción de aquellos antiguos pobladores del continente.

Curiosamente, el mayor porcentaje de ADN denisovano en los humanos actuales no se da entre los asiáticos continentales (solo un 0,2%) ni en sus descendientes los indios americanos (mismo porcentaje), sino entre los pueblos nativos de Oceanía, incluido el enjambre de islas polinésicas, que conservan un 5% del genoma denisovano. Este es un porcentaje similar al que los europeos conservan del ADN neandertal. El significado de estas mezclas genómicas no se comprende bien, por el momento, salvo que revela que hubo sexo, aunque no mucho, entre los humanos modernos y los primitivos.

http://elpais.com/elpais/2015/11/16/ciencia/1447695555_038779.html?rel=epr
artículo:
Susanna Sawyer, Gabriel Renaud, Bence Viola, Jean-Jacques Hublin, Marie-Theres Gansauge, Michael V. Shunkov, Anatoly P. Derevianko, Kay Prüfer, Janet Kelso, and Svante Pääbo. Nuclear and mitochondrial DNA sequences from two Denisovan individuals. Published online before print November 16, 2015, doi: 10.1073/pnas.1519905112 PNAS November 16, 2015.

http://www.pnas.org/content/early/2015/11/11/1519905112